sábado, 28 de mayo de 2016

EL CACTUS DE ESPÍRITU SANTO (soneto)



El padre guardián del Monasterio de Santo Espíritu, Fernando Hueso, donde celebramos el 1º Encuentro "POETAS Y REALIDAD" fue extremadamente amable y solícito con los asistentes al Encuentro. 
Después de haber mostrado a los poetas la biblioteca y el claustro del Monasterio, estuvimos hablando un rato y me comentó si nos habíamos fijado en el magnífico cactus que hay en el patio del claustro. Por supuesto que nos habíamos fijado: es un prodigioso ejemplo de su clase, de un tamaño que nunca habíamos visto y con un enramado impresionante.
Comentó Fernando que siendo poetas tal vez se nos ocurriera escribir al respecto, igual que lo había hecho Gerardo Diego con el ciprés de Silos.
La sugerencia la acepté personalmente como una invitación a escribir algo. Ya se me había ocurrido cuando por la mañana, había visitado el claustro en solitario y me había dejado llevar por el silencio, la austeridad y la impresionante imagen del cactus entre otros detalles.

Salvando las distancias que cada uno quiera señalar entre el ciprés de Silos y el soneto que le hiciera el poeta del 27 y, sobre todo, salvando las distancias entre Gerardo Diego y yo, me he atrevido a escribir otro soneto para esta planta espectacular, humilde como el entorno franciscano en que se yergue, pero majestuosa y evocadora.

Se lo dedico a Fernando Hueso y a los monjes de Santo Espíritu.

Enrique Gracia Trinidad 
23 de mayo de 2016




EL CACTUS DE SANTO ESPÍRITU

Alma del monasterio franciscano,
austero cactus solitario y noble,
descalza imagen, corazón de roble,   
busca la luz tu descarnada mano.

El Santo Espíritu es tu patria, hermano.
Mudo el ciprés de Silos, tú un redoble
de silencio y espinas, canto doble
de enamoradas palmas de secano.

En tu firme corteza está la clave
de la humildad y del recogimiento,
quien pasó por tu claustro bien lo sabe.

Entre el monte y el mar eres fermento              
de un pan que sabe a sombra y llamarada                  
y recuerda al de Asís y su mirada.    

Enrique Gracia Trinidad








                           

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